Donal Trump junto a su par chino, Xi Jinping, (Foto: AFP)
Donal Trump junto a su par chino, Xi Jinping, (Foto: AFP)

Entre los siglos XV y XVII se desarrolló el pensamiento mercantilista que planteaba la generación de riqueza como vender mucho y comprar poco. A nivel de países, se asumía que debía protegerse al mercado del ingreso de productos importados y vender lo más posible al exterior. Afortunadamente, hace ya casi dos décadas que el Perú comprende las ventajas de la apertura comercial que ha permitido inversión y desarrollo de actividades productivas.

Hace unos días, el New York Times entrevistó a dos empresarios en EE.UU., ambos apoyaban a Trump y habían votado por él; y ambos se quejaban de los errores de su política comercial (mercantilista).

Uno de ellos era fabricante de camiones recolectores de basura: el arancel al acero le impedía comprar a China las partes que requería su industria. Ya había reducido sus márgenes de ganancia por pagar mayor precio en el mercado nacional; toda su cadena de abastecimiento estaba interrumpida, y eso le impedía cumplir con las órdenes de compra.

El otro era un agricultor de soya cuyas ventas al mercado chino habían caído porque China había respondido a Trump subiendo el arancel a ese cultivo. Le preocupaba que la producción proveniente de otros países abastezca el mercado chino y que este terminara perdiéndose. Tampoco ayudaban las declaraciones contradictorias de cada día, que aumentaban la incertidumbre en los mercados.

Curiosamente, a pesar del daño sufrido, ambos confesaron su respaldo a Trump porque al menos ejecutaba decisiones (evidentemente malas) y rogaban porque escuchara a gente prudente y entendida para volver a la situación de apertura porque, para ver triunfos de largo plazo, era necesario superar el plazo inmediato, lo cual estaba en duda.

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