Cuando el que viene no borra lo del anterior. (USI)
Cuando el que viene no borra lo del anterior. (USI)

Hace unas semanas, el ministro de Comercio Exterior y Turismo informó que, en 2017, el Perú había superado los 44 mil millones de dólares de exportaciones, siendo el tercero que más había crecido en el mundo y el que más lo había hecho en la región. ¿Por qué es importante incidir en esto?

Porque demuestra lo que podemos hacer cuando una política de Estado se respeta y mantiene en varios gobiernos. En la década de los 90, el Perú empezó a abrir su economía. En los 2000, consolidó esa apertura con acuerdos comerciales que fueron satanizados por quienes vivían de cobrar altos precios a los consumidores amparados en la falta de competencia. Hoy, Perú exporta a 181 países en el mundo, a pesar de que los mercantilistas sostenían que EE.UU. y China causarían pérdidas de millones de empleos.

Es importante recordar esta cifra porque en agricultura (y minería) se cosecha lo que se siembra: el agro es el segundo generador de divisas y la agroindustria, casi inexistente hace dos décadas, ha hecho que la modernización, mediante la incorporación de tecnología, eleve la productividad y, por tanto, el empleo formal y los ingresos de los trabajadores del campo.

Si bien en minería se está aprovechando el alza de precios de los minerales, si no se hubiera dado la inversión que en su momento se promovió, no tendríamos hoy producción para exportar. Y recordemos también que, por mucho tiempo, la minería fue la generadora de divisas necesarias para la importación de bienes de capital e insumos que permitieron el desarrollo de otros sectores.

Conclusión: exportar es bueno; importar también. Exportamos e importamos más que antes. El comercio internacional nos ha permitido “agrandar la torta” y estamos mejor.