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Los techos de Lima

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Una de las consecuencias de que no llueva en Lima es que los techos se convierten en depósitos para todo lo que ya no sirve, pero no se bota, sea porque pensamos que en algún momento será útil o porque tenemos remordimiento de deshacernos de algo que tuvo valor o simplemente nos sirvió. Y, así, con los años, los techos se llenan de muebles, colchones y artefactos que se oxidan y empolvan hasta volverse inútiles para sus dueños y cualquiera que los hubiera usado.
Los techos de Lima son como nuestros hospitales: descuidados, con equipos abandonados, con emergencias atiborradas de enfermos no atendidos; no hay capacidad ni medicinas, ni médicos suficientes. Y, como aquello que amontonamos en los techos, a los enfermos tampoco queremos verlos: ni desde la sociedad ni, mucho menos, desde el Congreso, que prefiere beneficiar a quien tiene poder para llegar a él antes que a quienes, por no tener nada, se vuelven invisibles hasta que es demasiado tarde.
El sistema de salud es casi tan malo como el Poder Judicial: corrupción, indiferencia y falta de recursos. Essalud no logra que le presten atención, salvo para restarle fondos y boicotear todo intento de mejor manejo. Aumentar la CTS a unos pocos no ayudará a los pacientes, solo restará fondos para su atención.
Lo más triste de la norma es su análisis económico: “No le costará al Estado”. Como si el Estado no fuera responsable de la salud en el Perú.
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