Las obras de la tercera etapa del proyecto Chavimochic quedaron paralizadas en diciembre de 2016.
Las obras de la tercera etapa del proyecto Chavimochic quedaron paralizadas en diciembre de 2016.

¿Estaremos viviendo otro periodo perdido para alcanzar el desarrollo? Hay proyectos mineros importantes que apuntalan un crecimiento de la inversión, pero ¿qué sucede con las grandes obras concesionadas en donde nadie toma decisiones? Olmos, Chavimochic y Majes continúan paralizados y, en algunos casos, expuestos al deterioro de lo avanzado. La carretera Ramiro Prialé nunca se ejecutó, a pesar de las promesas del alcalde de Lima que “se nos va”. Otras obras viales, incluida la Línea 2 del Metro, están suspendidas porque el Estado y el concesionario no se ponen de acuerdo o porque no han podido hacerse las expropiaciones necesarias.

¿Habrá en el Gobierno alguna instancia que esté empoderada para eliminar las trabas que impiden los avances? A estas alturas, ya no es suficiente una instancia de coordinación que haga su mejor esfuerzo. Con los antecedentes de las denuncias y castigos a los funcionarios públicos que hicieron su mejor esfuerzo para tomar decisiones con la información disponible, es poco probable que alguien se atreva a asumir el riesgo, por más loable que sea la causa. Y si a ello sumamos el nuevo riesgo generado por el Poder Judicial, que hace temer el solo asomarse a la calle (no vaya uno a tropezar con Richard Concepcion y terminar preso), la inversión con dinero público continuará raleándose.

Con ello, se pierde la oportunidad de crecimiento ahora y en futuro: con los grandes proyectos ya ejecutados, el país tendría un potencial mucho mayor: más hectáreas irrigadas para sembrar; menor tiempo y menores costos en el transporte de personas y productos; todo ello relacionado con mayores oportunidades de empleo y de mejora en los ingresos y nivel de bienestar.
¿Se podrán poner de acuerdo en el Congreso?