Pobreza en el Perú disminuyó solo 1,2% en el 2014. (Perú21)
Pobreza en el Perú disminuyó solo 1,2% en el 2014. (Perú21)

La pobreza es fea; ese niñito ahora gracioso será probablemente un tipo vulgar y violento: Es sucia, no tiene cómo mantener limpio el piso de tierra ni sabe manejar la basura a falta de un servicio municipal. Huele mal; no hay agua, no hay baño. Es ignorante; no hubo escuelas con buenos profesores. Es informal, es marginal; no tiene empleo ni salario seguro. Es triste y desesperada porque ese niño quemado por caer en la olla puesta en el suelo, con espina bífida porque la madre no se cuidó, con labio leporino, cáncer o retardo, no recibirá atención.

La pobreza nos recuerda que, por no eliminarla, somos más violentos que quien roba porque no tiene empleo. Que somos sucios porque no pagamos impuestos que se destinarían a mejor atención médica. Que olemos mal porque nos aprovechamos del cargo público en nuestro beneficio o, en el mejor de los casos, nos dedicamos a lo intrascendente y dejamos pasar otra oportunidad para mejorar la vida de aquellos a quienes debiéramos servir. La pobreza nos grita porque, siendo instruidos, preferimos ignorar la evidencia científica y votamos por leyes populistas que nos dan aplausos hoy y causan daño en el futuro; y porque sabemos que evitar la inversión en una carretera, un aeropuerto, o irrigación para aparecer en televisión es condenar a miles a la precariedad.

Por eso, queremos que la pobreza sea invisible. Pero: 43.5% de nuestros niños tiene anemia. 15 mil niños son atendidos cada año por quemaduras severas. 8 millones de peruanos sin acceso a agua. En Lima, quien no tiene conexión paga 6 veces más que quien la tiene.