Un nuevo escándalo se desató en el Congreso a raíz del programa impulsado por Abugattás.  (Perú21)
Un nuevo escándalo se desató en el Congreso a raíz del programa impulsado por Abugattás. (Perú21)

Después de la elección y destitución (renuncia es un eufemismo) de Kuczynski, le he dado mil vueltas a la hipótesis de Acemoglu y Robinson en Por qué fracasan las naciones: es por falta de instituciones inclusivas que mantengan un balance de poder, representen varios intereses y promuevan el desarrollo; y las instituciones a las que se refieren son tanto económicas como políticas y van desde la democracia hasta la protección de la propiedad privada. Incluso si diversas élites se turnan el poder, la pobreza seguirá si no promueven el desarrollo.

Paradójicamente, tan problemático es el poder absoluto como la ausencia de poder centralizado. No es viable un país en el que distintas facciones están en constante enfrentamiento, intentando llevarse el poder. En África subsahariana se usa armas; en el Perú “civilizadamente” hemos sustituido este tipo de violencia por la violencia parlamentaria y judicial.

Si bien es poco probable que lleguemos al extremo de Sierra Leona, donde el presidente del banco central fue asesinado y arrojado de la azotea tras criticar la política del dictador Siaka Stevens, lo que se ha hecho al poner trampas y publicar las grabaciones editadas de Mamani, o al mandar a la gente sin sentencia a la cárcel, son formas violentas de intentar apropiarse del poder.

Si las instituciones no funcionan, un país podrá crecer, pero tropezará con un límite a su desarrollo. ¿O creemos que la precariedad política no afectará decisiones de inversión? Las actividades extractivas pueden tener blindaje, pero, ¿escogería al Perú para establecer una empresa que puede estar en cualquier parte del mundo?

Todavía mantenemos la fortaleza del buen manejo macroeconómico. Pero necesitamos mucho más, y cada vez se ve más lejano.

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