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Después de escuchar las respuestas de la nueva secretaria general de las Naciones Unidas en una entrevista el día de su nombramiento, me viene a la cabeza el artículo de Moisés Naím publicado en El Comercio el domingo pasado: “Cleptocracia y cacocracia”. Esta última es la llegada al poder de los menos preparados. A ello debiéramos agregar que esto se da no solo en los gobiernos nacionales, sino también en los organismos multilaterales.

Cuando el reportero de CNN pregunta a la señora María Fernanda Espinosa, flamante secretaria general de la ONU, si considera que, a la luz de la represión contra la oposición, Venezuela es una dictadura o una democracia, ella contesta que “eso lo deben decidir los venezolanos”. Como dirían ellos, “¡Coño! ¿No queda claro que ya lo decidieron y que, por eso mismo, quienes se oponen a un Gobierno que se mantiene en el poder en elecciones manipuladas son reprimidos violentamente y que hay cientos de jóvenes muertos por las fuerzas policiales?”. No conozco las preferencias de lectura de la señora Espinosa (dicen que es poeta), pero las noticias sobre Latinoamérica no están entre ellas. Esto explicaría que, al preguntársele sobre el retorno de Argentina al FMI, respondiera que, para ella, Argentina es el país de Borges, de la gran literatura, de Mercedes Sosa y del tango...

Las respuestas que dio dejan de ser “políticamente correctas” y se convierten en una total falta de compromiso y una lavada de manos respecto a situaciones sobre las cuales debiera haber no solo una posición clara, sino también determinación.

Lo que no entiendo es cómo va a hacer esta señora para defender los tres pilares de la carta de las Naciones Unidas (esos sí se los sabía todos de memoria): la paz y la seguridad; el desarrollo sostenible; y la defensa de los DD.HH.