PPK
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De muchas cosas podemos quejarnos los peruanos, menos de aburrimiento. De la larga guerrilla entre Ejecutivo y Congreso, pasamos a la amenaza de golpe fujimorista contra el presidente y ahora al berrinche de “los no conformes” con el indulto.

El propio PPK, cuya investidura había que respetar, por lo que representaba, es hoy un traidor que negoció el indulto a cambio de los votos para no ser vacado. Por otro lado, ese PPK que debía ser vacado, hoy merece consideración y respeto por su valentía al tomar una decisión que, claramente, iba a desencadenar protestas de los inconformes. O sea, no había manera de acertar. Esta vez, mi opinión está con la mayoría: me alegra el indulto a Fujimori; yo lo hubiera hecho mucho antes pero, claro, no soy política; me falta ese instinto para sacar provecho de las decisiones y para tomarlas en el momento más adecuado.

Me alegra la permanencia del presidente. Creo que es lo mejor para la continuidad democrática. Me alegra la declaración de inocencia a Manuel Burga, lo cual no implica que se haya hecho justicia: un año en el penal de Ancón, deportado y separado de su familia solo porque, sin prueba alguna, una fiscal en EE.UU. lo pedía, ¡qué diligentes fuimos sirviéndolos! Lástima que no correspondan al favor respecto a la extradición de Toledo.

Todo en 2017 ha sido intenso y que 2018 no huya grandes anuncios: que la economía, empleo y productividad crezcan sin tropiezos nomás.

La única emoción fuerte que quiero para 2018 es que el Perú avance y haga buen papel en el Mundial.