Jorge Barata
Jorge Barata

No terminábamos de superar la conmoción que produjo el suicidio de García cuando las declaraciones de Barata comenzaron a sacudir nuevamente al país; como un gran terremoto cuyas réplicas continúan causando estragos y descubriendo fallas estructurales en toda la institucionalidad, incluyendo al Poder Judicial. Aunque ahora algunos aplaudan la “severidad“ de los muy mediáticos fiscales y jueces de estos procesos anticorrupción, hay evidentes excesos en las prisiones preliminares y preventivas; y las mafias y los malos jueces continúan sin que se vea avances en la esperada reforma.

Cuando se da a conocer que tal o cual funcionario recibió un monto de dinero, existe siempre un privado que estuvo dispuesto a dárselo. ¡Esas son organizaciones criminales! No un partido político que nunca llegó al poder ni mucho menos un presidente anciano que depositó dinero para pagos recurrentes y gastos de la casa, como muchos acostumbran hacer.

El daño que se ha hecho al país no queda en el hecho de corrupción. Ese dinero para sobornos no salió de las empresas para adjudicarse una obra, lo cual ya es grave. Lo que ahora sabemos es que las empresas, organizadas, “invertían” en coimas que luego recuperaban con creces a través de sobreprecios en las obras públicas.

Por eso, cuando veamos a quienes cobraron sobornos, miremos más allá de las decenas de millones que recibieron los funcionarios y calculemos los cientos de miles que eso rindió a las empresas a cambio de no hacer hospitales o escuelas, y dejar de pagar médicos, maestros y medicinas.

Pensemos en cuántos niños murieron por falta de equipos en un hospital o cuántas mujeres con cáncer al seno nunca recibieron la atención que les hubiera salvado la vida.

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