La comunicación es imprescindible; escuchar es importante, pero actuar luego lo es aún más. El Perú no puede perder más tiempo.
Casi pasado el Mundial Rusia 2018, vuelven las noticias sobre el caso Odebrecht.
Seguimos mirando hacia atrás y ni siquiera mostramos interés por lo que está sucediendo con Olmos (Lambayeque), las obras de ampliación de la autopista Ramiro Prialé, la Carretera Longitudinal de la Sierra o las postas médicas, que fueron declaradas inhabitables hace años, pero que todavía permanecen sin ser reconstruidas.
Pensamos que el futuro es el año 2021 y nos olvidamos de que, para llegar, debemos empezar hoy y hace rato que deberíamos estar construyendo el país que queremos tener para el bicentenario.
En el Perú, quienes menos ganan suelen trabajar más horas; sin empleo formal, “cachuelean”. Salen de sus casas en la madrugada para movilizarse en mototaxi o combi para enfrentar el día, si es que tienen la fortuna de llegar al destino y no sufren un accidente en el trayecto.
Nuestro país necesita infraestructura para mejorar la calidad de vida de su población. Sin embargo, para ello se debe superar el pánico o desidia de los funcionarios públicos, quienes deben tomar las decisiones. Ellos saben que enfrentan a un Congreso hostil y dispuesto a todo.