Parlamentarios rindieron un minuto de silencio para oficial caído en el Vraem. (Congreso de la República)
Parlamentarios rindieron un minuto de silencio para oficial caído en el Vraem. (Congreso de la República)

La mención de un sistema de cuotas o discriminación positiva provoca controversia. Hace poco se volvió a mencionar la posibilidad de contar con cuotas de género en el Congreso, con la reacción de protestas con argumentos habituales: desde un “ha quedado demostrado que no sirve” hasta el “terminaremos contratando incapaces que solo están allí porque son mujeres”.

Luego de algunos años en el mundo laboral, la mayor parte de mujeres se da cuenta de que en su vida ha enfrentado y enfrentará algún tipo de violencia y discriminación. Puedo apostar que, si contamos los varones y mujeres en cargos directivos de las empresas más grandes e innovadoras del Perú, la presencia será abrumadoramente masculina. Y no vengan a decirme que no hay al menos una opción femenina para cada uno de esos cargos. Si vamos al Congreso de un país con 50% de población femenina, cabe preguntarse por qué ese 50% no se refleja allí.

Desafortunadamente, hay razones que pueden justificar la discriminación: es verdad que contratar a una mujer en edad fértil acarrea la probabilidad de un embarazo y de descansos pre y posnatales, así como la necesidad de implementar áreas para dar facilidades de lactancia y horarios especiales.

Como eso no sucede con los hombres, cada vez que sale una medida que favorece a la mujer, hay un argumento más para dejar de contratarla. Y este hecho es ya una justificación para las cuotas de género.

Tampoco ayuda la OMS cuando sugiere extender el periodo de lactancia a tres años. Ya muchas jóvenes se sienten culpables si no cumplen con al menos nueve obligatorios y sacrificados meses. Tal vez el primer paso contra la discriminación es dejar que la madre decida y tenga derecho y acceso a opciones sin ser mal vista.

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