A jugarse el pellejo. (Getty)
A jugarse el pellejo. (Getty)

En su libro, Con la piel en el juego, Nassim Taleb destaca la importancia de que quienes tomen decisiones deban estar obligados a asumir los costos de estas. Cita ejemplos, desde las intervenciones para derribar regímenes en otros países, hasta aquellas relacionadas con salvar instituciones financieras, que hacen posible que quienes tomaron las decisiones que llevaron a millones de personas a la pérdida de sus ahorros, continúen viviendo alegremente con los jugosos bonos ganados con sus malas decisiones.

¿Sería distinto si todos ‘tomaran su propia medicina’? Intuyo que sí: tal vez si los que deciden que Sedapal siga como está hubieran tenido sus casas inundadas como en San Juan de Lurigancho, hoy la empresa sería administrada de otra forma. Si los funcionarios perdieran sus empleos por falta de inversión, tal vez se empeñarían en sacar adelante proyectos que el país necesita. Si los congresistas y ciertos periodistas no tuvieran inmunidad legal ni moral, se cuidarían antes de difamar. Si jueces y fiscales tuvieran que someterse a las arbitrariedades que imponen, tal vez pensarían dos veces antes de pedir prisión preventiva para los que no cometieron delito.

Los dirigentes sindicales y miembros del TC tienen la licencia y seguridad de una posición poderosa que les da ingresos. Si tuvieran que iniciar desde cero cada dos años, buscando empleo, tal vez repensarían las exigencias de reposición y se preocuparían por un entorno que generase más empleo. Si los gobernadores tuvieran que vivir de su empleo como agricultores o mineros, quizás promoverían la continuidad de los proyectos de inversión en vez de bloquearlos. Y los peruanos tendríamos un futuro al cual mirar con optimismo.

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