Martín Vizcarra se estrena en la Presidencia con 55% de aprobación. (USI)
Martín Vizcarra se estrena en la Presidencia con 55% de aprobación. (USI)

La arrogancia que da el poder político genera un síndrome degenerativo. El síndrome del idiota creído cree en la normalización de la mentira. Cree que logrará engañar a todos y cada uno con negaciones, trucos y frases a medio aprender. Cree, al final, su propia mentira. Por eso el peruano que sospecha de todo y de todos porque lo han traicionado muchas veces y han insultado, otras tantas, su inteligencia quiere la ley del garrote para acabar con la burla, la indecencia y la CORRUPCIÓN.

Sin embargo, el peruano promedio, al principio, suele darte un cheque al portador. Eso ha pasado con Martín Vizcarra y su gobierno que apenas está empezando. Vizcarra y Villanueva, según la primera medición, tienen capital y saldo a favor, basado en la comparación con su antecesor, en los primeros gestos de cercanía con el poblador y en la esperanza de que un golpe de destino acierte y nos enrumbe. La población pide honestidad, pide entendimiento, pide que no lo engañen, pide que no haya promesas, sino acciones oportunas y certeras.

En la otra orilla vemos a los Fujimori, que terminarán destruyéndose entre ellos en una lucha fratricida. La pugna entre ambos es la consolidación de un poder que estuvo basado en una forma de hacer política, cuyo pecado original está en un clan familiar y la satanización de las instituciones y organizaciones partidarias.

El Congreso que tenemos, con las Yesenias Ponce, Lizbeths Robles y Edwins Vergara es producto del desprecio por trayectorias y solidez moral a la hora de escoger listas. Es necesario votar por quienes estemos seguros que están vacunados contra el síndrome del idiota creído. Son muy peligrosos para la salud nacional.