El líder de la cúpula terrorista Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, asistió a la audiencia de Osmán Morote que le dio arresto domiciliario. (Canal N)
El líder de la cúpula terrorista Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, asistió a la audiencia de Osmán Morote que le dio arresto domiciliario. (Canal N)

Frustración y rabia nos produce la imagen de algarabía de la cúpula senderista. Ese abrazo del mal entre Abimael Guzmán, el más avezado líder criminal de todos los tiempos, y su lugarteniente Osmán Morote (camarada Remigio) al decretarse el arresto domiciliario de este, grafica claramente en todas las dimensiones lo que significa la decisión judicial para los peruanos.

Su salida de la cárcel es legal, sí. Morote y Margot Liendo Gil cumplieron una sentencia de 25 años, pudiendo haber sido condenados a cadena perpetua por cumplir el requisito de ser parte del mando superior de Sendero Luminoso y también es cierto, excedieron la prisión preventiva por el juicio (en curso) de Tarata, donde asesinaron a 25 compatriotas.

Sin embargo, queda en la conciencia de la clase dirigente y autoridades de todos los poderes que, como Estado, no se cumple con un requisito básico de la Constitución: proteger a la comunidad de esta demencia terrorista. Ninguno de estos terroristas se ha arrepentido de la masacre encabezada en la década de los 80, cuando mataron a tantos peruanos pobres e inocentes.

Los peruanos de más de 40 años no podemos olvidar las amenazas de Morote al juez César Ruiz Trigoso cuando lo capturaron. A los dos días, ese mismo magistrado apareció muerto. Una muestra de los miles de asesinatos a sangre fría de esa banda asesina. Hoy se echan la pelota el Poder Judicial, la Fiscalía y la Procuraduría.

Lo real es que Morote y Liendo se irán a sus casitas (la de Morote de más de 600 m en Chaclacayo), tendremos que pagar la seguridad policial que en realidad nadie garantiza y estos señores solo deberán pagar S/10 mil de caución para que no les revoquen el arresto domiciliario.

Con razón Sendero y su cúpula celebran hasta las lágrimas su victoria política y judicial. Quedan 321 presos por terrorismo encarcelados, de los 2,785 que había en 2000 y de los más de 21,000 detenidos por ese delito en 1992. Esas son estadísticas del sistema penitenciario. Estamos más que avisados.