Gilberto Violeta había sido elegido como vocero de Peruanos por el Kambio hasta diciembre del 2018. (FOTO: USI)
Gilberto Violeta había sido elegido como vocero de Peruanos por el Kambio hasta diciembre del 2018. (FOTO: USI)

Amarrados a las siglas de un candidato y efímero presidente caído en desgracia, muchos coinciden en que Peruanos por el Kambio nunca fue una bancada y menos un partido. Reunió, alrededor de Kuczynski, a izquierdistas, liberales y conservadores (un verdadero sancochado) a los que solo unía la posibilidad de llegar al poder. Eran 18, se fueron siete, y es probable que se vayan más. En un intento de detener el desbande, cambiaron la vocería (otra cosa que une a quienes se quedaron es su malestar con Gilbert Violeta, otrora hijo putativo de PPK).

Lo más complicado para los ppkausas es que el presidente Martín Vizcarra parece no necesitarlos. Tampoco confía en ellos. Su premier, César Villanueva, extraído del partido de Acuña, ha dicho que el gobierno no tiene ni bancada ni partido, aunque es verdad que ante la crítica reculó de su dicho, pero la frase ya tenía su propia fuerza. Después del referéndum, la conformación del Congreso seguirá variando.

El presidente Vizcarra tendrá que hilar fino para seguir buscando oxígeno después de diciembre. Ya no será suficiente seguir poniendo contra la pared a los congresistas, sino tendrá que exponer resultados concretos en el ámbito de la economía y la lucha contra la corrupción.

Aquellos que ven en el cierre del Congreso una solución son quienes nunca aprenderán la lección. Creemos, equivocadamente, en los poderes concentrados cuando las democracias se sustentan, precisamente, en el equilibrio institucional. Pero, claro, los políticos sin ideales que tenemos ayudan poco a reconstruir el ánimo nacional. Martín Vizcarra tiene el 2019 para hacer las reformas básicas que el Perú necesita para cruzar el huaico del desánimo. Pero también necesita construir puentes entre los actores protagónicos del Perú.

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