Alan García indicó también que no es un deshonor para él permanecer en el Perú por 18 meses. (Foto: USI / Video: Canal N)
Alan García indicó también que no es un deshonor para él permanecer en el Perú por 18 meses. (Foto: USI / Video: Canal N)

Veintiséis años después, Alan García volvió a tocar la puerta de una embajada y pidió asilo. Las diferencias son elocuentes. En 1992, el Perú entraba a un régimen autocrático. Hoy, con sus debilidades institucionales e incluso excesos judiciales, vivimos en una democracia. Imposible no evaluar que la solicitud de asilo a Uruguay, aunque es una papa caliente para ese gobierno, es probable que sea otorgada. Si se confirma la protección del gobierno de Uruguay, cambia el juego político para Martín Vizcarra y lo coloca en una circunstancia internacional delicada, que le exige manejo fino.

García no deja nada al azar. Bajo la manga tenía este escenario y es difícil creer que haya sido una decisión tomada por la desesperación del impedimento de salida determinado por el juez el sábado pasado. García hará lo imposible por alegar que sobre él se busca un ‘ajusticiamiento jurídico’. No le den municiones, como el allanamiento a un ex estudio de abogados de la lideresa de Fuerza Popular.

Los ex presidentes acusados por el escándalo Odebrecht que han estado en prisión preventiva (Ollanta), con impedimentos y restricciones (Kuczynski), prófugos (Toledo) y la propia Keiko Fujimori a quien Concepción ha enviado a la cárcel tres años, han hablado de persecución y arbitrariedades.

La diferencia es que Alan García, además, ha metido al Perú en un problema internacional refugiándose en la casa del embajador de Uruguay. Por muchas ganas de verlos a todos pagando sus culpas pasadas y presentes, por más que percibamos al fiscal José Domingo Pérez y al juez Richard Concepción Carhuancho como nuestros Batman y Robin luchando contra el Guasón y el Pingüino, no estamos en Ciudad Gótica, donde los superhéroes ganan en cada capítulo.

La prudencia en las declaraciones, en los momentos en que se incendian las redes, se polarizan las posiciones, en los que si no estás conmigo, estás contra mí, es buena consejera. Los peces chicos o grandes por la boca mueren.