El otro virus. (Foto: Andina)
El otro virus. (Foto: Andina)

Populismo. Irresponsabilidad. Búsqueda permanente del aplauso fácil. Ponerse de costado en tareas de liderazgo que requieren la entrega (a veces del sacrificio) de parte del capital político, a cambio de información apropiada, aunque no sea popular, es obligación de un líder. El presidente Martín Vizcarra, que percibo como bien intencionado, es muy proclive a responder, a veces sin medir consecuencias, temas de delicado debate y de importancia extrema, como ocurrió ante la pregunta de la pena de muerte para los violadores de niños. No es el primer jefe de Estado que utiliza el tema sabiendo bien que el ciudadano de a pie, con rabia contenida por la disfunción de nuestro sistema de prevención y de justicia, ve que estos asesinos no reciben el castigo que merecen por las atrocidades cometidas.

Sin embargo, son las autoridades, y sobre todo el presidente, las que deben estar conscientes de que cada palabra que pronuncian, como “evaluar”, “analizar”, no serán tomadas como una frase cualquiera, sino como de posible ejecución y aplicación. La pena de muerte es un recurrente para desviar atención y para ganarse alguito, pero queda claro que no es la solución para terminar con violadores, feminicidas, corruptos o lo que sea. Tampoco es factible denunciar un pacto internacional al que estamos adscritos. Ya lo intentó Fujimori con la Comisión de Derechos Humanos y le dijeron que no, porque eso implicaba salir por completo del Acuerdo de San José, que protege a los ciudadanos cuando los sistemas de justicia en los países suscritos NO FUNCIONAN o sienten que “pisotean” algún derecho humano. Es una última instancia.

Presidente Vizcarra, tenemos temas en el Perú que requieren su determinación para sacarlos adelante. Por ejemplo, políticas públicas de salubridad y saneamiento a nivel nacional, ahora que estamos enfrentando una pandemia mundial. A pisar callos en un tema así, ¡vale la pena!

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