Martín Vizcarra refirió que el referéndum se realizará este 9 de diciembre, durante la ceremonia de aniversario de la Batalla de Ayacucho. (Foto: GEC)
Martín Vizcarra refirió que el referéndum se realizará este 9 de diciembre, durante la ceremonia de aniversario de la Batalla de Ayacucho. (Foto: GEC)

Cuando en marzo Martín Vizcarra asumió la Presidencia por destino y no por elección, dijimos que “ojalá el azar haya elegido mejor que nosotros”. Todavía no acaba el gobierno, así que veremos si nuestro deseo es una realidad. Vizcarra empezó tibio, débil, pero el 28 de julio, con su discurso anunciando una consulta ciudadana para las reformas constitucionales, hizo clic con la ciudadanía.

Se ha reforzado el respaldo popular en noviembre y diciembre con decisiones judiciales e internacionales que han afectado a personajes emblemáticos: Keiko Fujimori, en prisión preventiva, y Alan García, con el rechazo a su pedido de asilo en Uruguay. También es claro que los fujimoristas y apristas han hecho todo lo posible por dispararse a los pies, como para servirles en bandeja a sus opositores el espacio que están perdiendo.

El país evidentemente sigue polarizado, pero Vizcarra ha logrado una alianza tácita, también, con otros poderes fácticos que aparecen, al menos hasta ahora, motivados por una lucha contra la corrupción.

Hoy se ve claramente que hay otras fuerzas que juegan en la distribución del poder político, judicial, mediático, incluso de la Iglesia. Pero además se otorga una oportunidad para la recomposición de las izquierdas radicales, especialmente en el sur, Cerrón, Aduviri, Elmer Cáceres, Michel Martínez, Zenón Cáceres. Todos ellos pugnando por un cambio de modelo económico y una nueva Constitución. El centro político se ha movido hacia la izquierda.

El próximo año será más clara la situación judicial del tsunami Lava Jato, el presidente Vizcarra ya no tendrá el referéndum como caballito de batalla, el Perú debe recuperar inversiones y los niveles medios de incertidumbre que hoy se encuentra deben ser revertidos con un ambiente jurídico y político previsible, sin arbitrariedades y que no ponga en peligro la economía de mercado que nos sacó de la peor crisis.

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