Alejandro Toledo permaneció retenido por algunas horas en Estados Unidos. (Difusión)
Alejandro Toledo permaneció retenido por algunas horas en Estados Unidos. (Difusión)

Una palabra para definir el estado de Alejandro Toledo. Alguien en las redes sociales dijo que la “borrachera y la cana” del ex presidente serían solo una anécdota, un chiste si no estuviera en un proceso de extradición por recibir de Odebrecht, al menos, 20 millones de dólares, por sobornos.

En realidad, investigados y acusados por corrupción, hay varios ex funcionarios de primer nivel; pero decadentes, convertidos en un episodio mundial por haber pasado la noche en un centro de reclusión californiana por hacer escándalo y estar borracho, solo Toledo. Hace rato que sabemos que el ‘ex líder’ de la lucha democrática es y siempre fue una FARSA. Fue simplemente alguien que encontró, junto con su ambiciosa socia de andadas, la oportunidad de su vida para vendernos la historia de que surgió de abajo y llegó al poder para salvarnos de la dictadura.

En suma, hoy, Alejandro Toledo, más allá de lo que la justicia determine (si al final lo extraditan de Estados Unidos), sigue siendo el mismo adefesio de siempre. Escucharlo mentir, una y otra vez, solo me confirma su mitomanía, su falta de escrúpulos y su indecencia en la vida. El lunes último, cuando en RPP dimos la primicia de su detención en el Maguire Correctional por estar ebrio en la vía pública, siguió engañando, haciéndose el idiota, asegurando que “estaba en su casa, escribiendo un libro”.

No solo eso, tuvo las palabras más groseras contra esta periodista, conjugadas con la boquita de caramelo de su “Ilian” (todo está grabado) rechazando la información (comprobada) que acabábamos de hacer pública y por supuesto con otro clásico, la monserga de muchos cuando se ven acorralados de “que se trataba de un complot fujiaprista”. Pelotudeces de los que se quedan sin argumentos ante un hecho totalmente verificado.

Solo le digo desde esta columna, que sus palabrotas sobre mí las tengo ahora en mi ringtone del celular para acordarme cada día de sus exquisiteces decadentes. Lo demás, espero, lo hará la justicia.

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