(Geraldo Caso)
(Geraldo Caso)

Sobriedad, gestos políticos, mesura, claridad en la comunicación verbal parecen ser las características que acompañan los nuevos vientos en Palacio de Gobierno. Martín Vizcarra se ha encargado, en menos de una semana, de marcar diferencias con su antecesor, pero sobre todo, marcar un estilo personal. Vivirá con su familia en la Casa de Gobierno, ha dispuesto menos seguridad, no usa ni bailes, ni risotadas, no habla de más, hace visitas inopinadas a un hospital, a un colegio, al centro neurálgico de los damnificados de El Niño costero que han cumplido un año viviendo en carpas.

Ha invitado a los máximos representantes de Contraloría y del Congreso para resaltar que están juntos en la lucha contra la corrupción. Una resolución en El Peruano, con la firma de Vizcarra, ha dado por concluida la labor del cuestionado ministro de Transportes y Comunicaciones Bruno Giuffra, protagonista de vergonzosos audios y videos con un detalle que habla alto y fuerte: No le dan las gracias por los servicios prestados.
Mostrándose como un buen vecino, ha ofrecido disculpas a los propietarios del condominio en el que vivió hasta hace un par de días por los inconvenientes propios de su nuevo cargo en el que se identifica como el primer servidor del Perú y ha dejado constancia que, cuando cumpla su mandato, volverá a su mismo departamento.

Todos los movimientos de Martín Alberto Vizcarra Cornejo, hasta ahora, llevan una intención de marcar una nueva forma de gobernar y eso les da esperanza a los peruanos.

El hecho de que Vizcarra, sin decirlo, represente al profesional serio, esforzado y sencillo de provincias puede tener mucha fuerza para aquellos que ven a la capital como lejana, corrupta y perversa.

Me ratifico en lo que dije el domingo. Es posible que el destino acierte esta vez teniendo en cuenta que nosotros, los electores, nos hemos equivocado tanto. Esperamos que Vizcarra sea para el país lo que Gareca es para nuestra selección de fútbol.