Donald Trump encerró a niños y adultos en jaulas. (AFP)
Donald Trump encerró a niños y adultos en jaulas. (AFP)

Llantos, gritos, niños pequeños con lágrimas en los ojos preguntándole al guardia de inmigración de los Estados Unidos en la frontera sobre el paradero de sus padres, miles de familias separadas de sus hijos, miles de hijos enjaulados, separados de sus padres, nos trajeron a la memoria las peores imágenes de la Alemania nazi y sus campos de concentración.

La condena mundial ha sido unánime y la prensa libre ha jugado un papel importante. Donald Trump tuvo que retroceder y firmó un acta que detiene el desmembramiento de cientos de familias, de procedencia mexicana y centroamericana, aunque no se descarta otros latinoamericanos (la embajada de Perú en EE.UU. verifica si hay niños peruanos).

La criticada medida comenzó a implementarse el 5 de mayo. Solo hasta el 9 de junio, en 34 días de aplicación, eran casi 2,400 entre criaturas y adolescentes que habían sido separados de sus padres mientras durara el proceso judicial de los indocumentados. Trump, a tuitazos, echaba la culpa de la aplicación de la acción a los demócratas, porque no le daban los votos para ‘la propuesta migratoria republicana’.

Sin embargo, el polémico mandatario no pudo continuar sosteniendo su orden ejecutiva porque la avalancha mundial de reacciones en contra era insostenible e inaceptable.

El periodismo estadounidense independiente se la jugó y el resultado fue la reacción de Trump aduciendo que mantiene su decisión de fronteras fuertes pero con familias unidas. La fotografía que captó a esa niñita de tres años con la cara llena de lágrimas levantada, casi en ángulo recto, y el gigantón oficial mirándola imperturbable nos penetró como una bala en el corazón.

El hombre de prensa que captó la imagen dijo que lo hizo casi al filo de la medianoche, nueve horas después de que había llegado a cumplir su comisión. No volvió a ver a esa pequeña y confesó que en sus años de profesión no se había perturbado tanto como esa noche.