Venezuela enfrenta una crisis agudizada en medio de un fuerte rechazo de la ciudadana a Nicolás Maduro, así como la presión internacional para que convoque a elecciones democráticas. (Foto: EFE)
Venezuela enfrenta una crisis agudizada en medio de un fuerte rechazo de la ciudadana a Nicolás Maduro, así como la presión internacional para que convoque a elecciones democráticas. (Foto: EFE)

¿Cuánto daño puede seguir haciendo Nicolás Maduro a los venezolanos? Este régimen ilegal hace mucho que se convirtió en una dictadura. Sin embargo, nuestra izquierda paquidérmica sigue buscándole la quinta pata al gato y en dirección opuesta al mundo. Se resiste a respaldar a Juan Guaidó como presidente encargado de luchar por el cese de la usurpación madurista.

Venezuela es una sombra de lo que alguna vez fue. Más de 3 millones han huido de la hambruna, de la miseria, de la persecución. Más de un millón se fueron a Colombia, otro millón huyeron al Perú y a Estados Unidos.

Los que quedan están atrapados viviendo en el miedo, en la peor recesión e inflación de la historia. ¡Aquí no cabe el diálogo, papa Francisco! Por más buenas intenciones que tenga el Vaticano, solo cabe la salida de Nicolás Maduro y la inmediata convocatoria del Gobierno de transición a elecciones libres.

La catadura de Maduro se ve reflejada en esos camiones que ha puesto bloqueando las carreteras para evitar la llegada de la ayuda humanitaria. Prefiere que más venezolanos coman restos de basura, se mueran por falta de alimentos y medicinas básicas antes que permitir las donaciones humanitarias de los distintos países.

Aferrarse al poder en estas condiciones es, definitivamente, un acto criminal. Estar en contra de Maduro no es estar a favor de Trump y del imperio. ¡También hay dictadores y corruptos de izquierda! ¡Como no! Maduro y Lula Da Silva (acaban de sentenciarlo a 12 años de cárcel por corrupción) son el ejemplo vivo de que las izquierdas latinoamericanas no pueden jactarse ni de buena administración ni de honestidad.

En nombre de estos trasnochados líderes del pueblo y de los trabajadores se han cometido tropelías que hoy pagan los pueblos. Uno de ellos, el venezolano. Ojalá que el final de Maduro esté a la vuelta de la esquina. Los venezolanos merecen una luz al final de ese agujero negro y podrido.

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