Pan y circo. (Foto: Sepres)
Pan y circo. (Foto: Sepres)

Con el Congreso cerrado y sin una figura política que suponga una amenaza al oficialismo, el Gobierno se quedó sin enemigos a los que pueda culpar de los males en el país. Esto ha permitido que la ciudadanía empiece a notar que el Ejecutivo, pese a concentrar el poder, es incapaz de fomentar un ambiente de prosperidad.

Fomentar un clima que impulse la generación de riqueza no es trivial, ya que de ello depende la reducción del desempleo, el aumento del ahorro y de la inversión. Es decir, aquel círculo virtuoso que permitió reducir la pobreza de 55% a 22% en 10 años. Lamentablemente, con Vizcarra al mando, hemos logrado el peor desempeño económico de la década.

El detalle es que en 2020 el Gobierno no podrá seguir aplicando su política de “pan y circo” en materia económica, ya que está por enfrentar dos riesgos externos que podrían presionar la debilitada economía peruana.

Por un lado, algunos países de América del Sur están ingresando en una senda de incertidumbre económica y política. Por ejemplo, Argentina se acerca a una crisis con serios componentes fiscales e hiperinflacionarios, que difícilmente será bien manejada por el kirchnerismo y puede impactar en la región. Por otro lado, el bajo crecimiento global pondría presiones en las potencias económicas con altos niveles de deuda pública y privada (ej. EE.UU. con 303% del PBI). Si la economía mundial se sigue deteriorando, una porción importante de esa deuda podría no pagarse, lo que pondría una enorme presión en el sistema financiero.

Sin una oposición a quien culpar y con un panorama mundial negativo, el Ejecutivo no tiene más opción que enfocar sus esfuerzos en la economía. Ya estuvo bueno el circo, es hora de trabajar.

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