EN SUS TRECE. López Obrador cree que hubo fraude como en 2006. (Reuters)
EN SUS TRECE. López Obrador cree que hubo fraude como en 2006. (Reuters)

¿Por qué el pueblo mexicano mantiene simpatías por un López Obrador que apoya al gobierno canalla y delincuencial de Venezuela? Si, por asociación, se entiende que López Obrador haría de México una Venezuela: “Integraría a México en la revolución bolivariana” (Héctor Díaz Polanco, julio, 2017).

La racionalidad y las encuestas tradicionales no dan luces al respecto. Más bien, al aumentar el volumen de datos micropolíticos, enturbian la visión. Se podría alegar que Alemania, Italia y Venezuela votaron por Hitler, Mussolini y Chávez porque no había la información tecnológica de hoy; pero hay miles de videos en las redes sociales desnudando al ruin del gobierno venezolano.

Sin embargo, su admirado seguidor, López Obrador, sube su intención de voto por encima del 30%. Ganaría si la elección fuera hoy. Entonces, hay que buscar respuestas en otra parte; ya no en el mundo concreto, del inequívoco dogma de la economía y de la inseguridad ciudadana. Tal vez buscar en la historia, en aquello que fue común al surgimiento de los populismos: el descreimiento generalizado por parte del pueblo, la desilusión social. Aparece una ira primitiva en las colectividades que, a punta de decepción, han quedado libres de sus viejos líderes y del orden institucional.

Donde antes se encarrilaban, ahora quieren destruir. Y el sentimiento pasivo que fue la desilusión pasa a su forma activa: la venganza. Apoyan al caudillo que promete vengarlos sin importar las consecuencias pues el dicho ya recomienda llevar dos ataúdes para consumar una venganza, el de la víctima y el propio.

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