El 10% de la población más rica en América Latina y el Caribe concentra el 71% de la riqueza. (Ojo-Público.com)
El 10% de la población más rica en América Latina y el Caribe concentra el 71% de la riqueza. (Ojo-Público.com)

En la década de 1990, los gringos retiraron su influencia en América Latina. El ex canciller Tudela cuenta que Kissinger le aconsejó: “Si necesitas llegar al Departamento de Estado norteamericano, debes ir vía el Brasil”. Escuché lo mismo de embajadores estadounidenses y alemanes. La decisión de EE.UU. no es difícil de adivinar. Terminada la Guerra Fría, comenzó la “globalización” y siendo la economía latinoamericana raquítica (comparativamente), ya no les interesaba, ni lidiar con nuestro desorden.

Pero el que no hace goles se los hacen, y otros predadores globales empezaron a husmear estos lares vacíos de dueño planetario. Luego de un arduo trabajo cubano de abrir embajadas, crear el Foro de San Pablo, promover a ‘sociólogos’ en organismos internacionales, infiltrar agentes como médicos y maestros, volvieron a ser condotieros (mercenarios renacentistas) de importancia mundial.

A su primer gran pavo, Hugo Chávez, lo succionaron sin compasión y lo mantuvieron en el poder hasta que –según se asegura– lo mataron para que no compitiera con Raúl en el liderazgo del socialismo cuando Fidel muriera. La economía cubana, sin embargo, solo puede digerir efectivo: cash, oro en lingotes y petróleo crudo (producir electricidad). En lo tocante a la industria, a los recursos naturales (minas y petróleo), refinerías, armamento, construcción, invitaron a China y Rusia.

Han tomado una decena de países y solo algunos consiguieron zafar. Pero no mengua el empeño militar cubano. En México, Perú y Colombia hay una fuerte descomposición del sistema político y hay desazón general; justo el territorio fértil para que uno de sus agentes surja como líder “antisistémico”. Los gringos están retornando con hurañas amenazas económicas en realidades altamente políticas. Pero están retornando.