Lula Da Silva, ex presidente de Brasil (El venezolano).
Lula Da Silva, ex presidente de Brasil (El venezolano).

El juzgado de segunda instancia de Porto Alegre confirmó que Lula da Silva es culpable de corrupción y le subió la pena a 12 años de prisión.

Inmediatamente se activó la prensa canalla (como la que Odebrecht compró en el Perú) y manifestaciones locales financiadas por el Partido de los Trabajadores (PT). También empezaron a aparecer cartas colectivas —como en The Guardian— que repiten la consigna previamente acordada “que el pueblo brasileño decida en las urnas la culpabilidad de Lula”, alegando que este debe ser candidato a la Presidencia. No podía faltar el New York Times, permanente defensor de los caudillos populistas latinoamericanos a través del artículo de Mark Weisbrot que hace filigranas retóricas para defender al rematado delincuente. Recordemos que Lula y Fidel Castro organizaron el Foro de San Pablo (1990) con el objetivo de sabotear la institucionalidad continental. Hicieron una reingeniería de la democracia fascista y de categorías comunistas que es el socialismo del siglo XXI, donde usaron elecciones para tomar el poder absoluto, usaron el pobre indígena como ícono en lugar del viejo proletario, utilizaron movimientos sociales en lugar de guerrillas, etcétera. Obviamente lo hicieron con el auspicio de jefes globales, Rusia y China. Apañaron a Hugo Chávez, a Evo Morales, a Ortega, a Zelaya, a Cristina Kirchner, los que dañaron profunda e irreversiblemente la economía, la vida y la libertad en América Latina.

O sea, Lula no es solamente culpable de nimios actos de corrupción en el Brasil (mafioso al fin, mantendrá su fortuna en efectivo para evitar detección), sino que capitaneó la destrucción institucional del continente. El enlodamiento de la clase política peruana por Odebrecht tiene también a Lula como su agente promotor.

Por todo el daño causado, es tiempo de que este bandido vaya, como decía ‘Trespatines’: ¡a la reja!