Largas colas en estación Naranjal de Metropolitano
Largas colas en estación Naranjal de Metropolitano

Haciendo memoria, a mediados del año 2010 se inauguró entre bombos y platillos el sistema de transporte BRT, más conocido como “El Metropolitano”. La lógica de esta concesión fue que la empresa a cargo del servicio de transporte brindase uno de calidad y que ayudase a descongestionar el caos vehicular que agobia a nuestra capital.

Dato: el servicio cubre aproximadamente el 6% de la demanda del transporte público que requiere nuestra capital.

La concesión de “El Metropolitano” solo fue pactada por un plazo de 12 años. Si el servicio empezó a operar en julio de 2010, lo regular sería que esta concesión culminase en julio de 2022; plazo en el cual la empresa concesionaria habría recuperado su inversión y logrado significativas utilidades (es lo normal en estos contratos).

Lamentablemente no estamos frente a una situación regular, pues debido al incumplimiento de obligaciones contractuales por parte de la Municipalidad Metropolitana de Lima y a cláusulas y adendas mañosas, al día de hoy (tras ocho años de haberse iniciado un servicio cada vez más deficiente), no ha empezado a correr ni un solo día del plazo de ejecución contractual.

Y es así como, por arte de magia, una concesión que fue diseñada para que una empresa preste el servicio por 12 años termina prestándolo por 20 años. Vale decir, ocho años de utilidades de yapa gracias a la parsimonia de nuestras autoridades.

Es innegable que necesitamos una reforma del transporte público. Una que convoque a la inversión privada sin duda, pero no con este tipo de criolladas. Los ciudadanos queremos soluciones, pero sobre todo que no nos sigan viendo la cara.

P.D. Esta será mi última columna. Agradezco a los que me han seguido todos los lunes desde hace más de un año. Agradezco a Perú21 y a su actual director Dan Flores por la oportunidad de permitirme difundir irrestrictamente mis opiniones en este medio. Hasta pronto.