Pobreza
Pobreza

Quince años bajando la pobreza hizo que algunos despistados pensaran que ya estábamos en una ruta imparable que terminaría con la pobreza más temprano que tarde. Pues no. Los datos de 2017 muestran que no es cierto. La pobreza no se reduce en automático.

El incremento de 1 punto porcentual en la pobreza muestra un cambio en la tendencia de reducción que tanto nos enorgullecía. No porque fuera suficiente, no porque la tarea estuviera hecha, sino porque íbamos en la dirección correcta. Ahora hay que retomar esa tendencia, para que lo de 2017 sea un hipo y no el inicio de la reversión de lo avanzado.

El aumento de la pobreza en Lima se explica por la caída en los ingresos laborales de los limeños con menos ingresos. La construcción tiene un papel central y si se recupera, la cosa mejora. Las medidas adicionales que ayudarían a la inserción laboral de los más pobres en las ciudades ya se conocen, como reseñó ayer Hugo Ñopo: capacitación laboral, más opciones de cuidado para que las mujeres puedan trabajar, mejor transporte público y más Barrios Seguros.

Pero atender lo urbano no debe desatender lo rural. La pobreza rural, tres veces mayor que la urbana, subió también. Acciones a favor del desarrollo rural, pequeña agricultura y mayor articulación urbano-rural están en la agenda. Infraestructura –local y nacional– para generar empleo e integrar lo rural y acciones desde Agricultura están llamadas a jugar un rol central.

Es posible bajar la pobreza, aun con un crecimiento modesto, pero para ello hay que tomar acción hoy, y sumar esfuerzos en un plan basado en lo que ya sabemos que funciona.

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