El censo ha tenido deficiencias. Pero para saber el impacto de estas hay que esperar la auditoría de procesos y la encuesta postcensal que son parte de todo censo. Así que, calma.
Debemos poner los problemas del censo en su escala. Las evaluaciones que se incluyen, con o sin escándalos, en todo censo nos dirán cuán relevantes han sido para el asunto de fondo: la validez y calidad de la información. En cualquier caso, el grueso de la información más importante no se perderá, la mayor parte de esta ya ha sido recogida, se está completando o está en marcha (en zonas rurales el censo sigue).
El costo político de los problemas logísticos y de una pésima estrategia comunicacional del censo han sido pagados con la renuncia del jefe del INEI. La institución como cabeza del Sistema Estadístico Nacional requiere mantener su credibilidad. Hoy debe completar la información del censo, procesarla, corregir donde sea necesario y validar su calidad, con transparencia absoluta.
Más allá de lo sucedido con el censo, el INEI es una institución muy valiosa, con profesionales de calidad que han demostrado compromiso con su trabajo. Estos profesionales requieren de nuestro apoyo: recursos, capacitación continua, evaluaciones para mejorar. Eso le toca a la PCM, al Gobierno y a todos nosotros desde donde estemos.
Un país toma mejores decisiones, hace mejores cosas y deja de hacer aquellas inútiles solo si puede medirlas, darles seguimiento, evaluarlas, para lo cual buenos datos son la base. Por eso, estamos obligados a apoyar al INEI, exigiéndole resultados y calidad, sumándonos a su fortalecimiento y siendo responsables al evitar generalizar en los problemas del censo todo lo que ahí se hace.