Bebés se llevan la peor parte de esta hambruna. (AFP)
Bebés se llevan la peor parte de esta hambruna. (AFP)

El hambre, por primera vez en 15 años, ha crecido. El informe de la ONU sobre seguridad alimentaria y nutrición revela que 815 millones de personas pasan hambre, 11% de la población mundial. El hambre creció sobre todo donde hay conflictos violentos y/o eventos climáticos severos.

155 millones de niños menores de 5 años se encuentran desnutridos. La alimentación de los niños ha de estar en el centro del debate sobre el hambre, pero reconociendo que no se trata solo de la cantidad y calidad de los alimentos, sino también de acceso al agua segura, a servicios de salud, etc.

La reducción de la desnutrición requiere de una estrategia compleja, con muchos actores trabajando juntos sobre la base de un plan y una meta común. En los últimos 10 años, la desnutrición en el Perú se redujo a la mitad, de 28% a 13%. Nos queda tarea por hacer, pero vamos en la ruta correcta.

Así lo reconoce la reciente publicación del Banco Mundial, Dando la talla (Marini y Rokx, 2017). Las autoras recorren lo hecho en el Perú y reconocen un proceso a imitarse en otros países. Un buen plan, probado y con metas, constancia a través de distintos gobiernos –compromiso político–, articulación de varios sectores y niveles de gobierno, y un proceso de institucionalización de lo que funciona son algunas de las claves del modelo peruano.

Para seguir bajando la desnutrición, hay que seguir esta ruta ya probada e institucionalizada, pero también hay que profundizar acciones allí donde se mantienen brechas, donde el problema es mayor, en lo rural y entre las poblaciones indígenas. Cerrando esas brechas, escribiremos el capítulo final del modelo peruano de lucha contra la desnutrición.

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