Se reprocha que “no existió una política de Estado […] y que enviaron a las FF.AA. a solucionar un problema que no era solo militar, sino también político, social y económico”. Crítica valedera, realizada ya en 1984, por la que fue destituido el general Adrián Huamán del mando militar en Ayacucho. Los gobiernos de entonces estaban interesados solo en la rápida derrota militar de la subversión terrorista.