Los manifestantes recorrieron las principales calles del Centro de Lima. (Foto: GEC / Piko Tamashiro)
Los manifestantes recorrieron las principales calles del Centro de Lima. (Foto: GEC / Piko Tamashiro)

1.- Todos queremos progresar, para los excluidos es un asunto de vida o muerte. Las reformas de la justicia y la política no se deben detener, faltan otras exigidas por las mayorías. Será tarea del Gobierno de 2021, superando el boicot derechista, que las lleve a cabo.

2.- Hablamos de la derecha neoliberal, de la autoritaria, la ultraconservadora, etc. Pero nos remitimos a la izquierda sin analizar sus matices y diferencias, creyendo equivocadamente que esto atentaría contra su unidad. El mal ejemplo de la división en el Congreso sigue atragantándonos.

La izquierda discute los cambios a tenor de los tiempos. Han transcurrido ya 40 años de la Asamblea Constituyente presidida por Haya. Entonces, los partidos de izquierda se dividieron entre los que aceptaban participar en las elecciones y quienes los llamaban “electoreros”. El senderismo dio el puntillazo final con la consigna ¡Elecciones NO, guerra popular SÍ! Ahora, ni Antauro le hace asco a las elecciones.

3.- Solo el enfrentamiento gremial e intelectual izquierda-derecha no basta para el cambio en el país. Existe un centro político asentado en la opinión pública y también partidarizado, que es influido por las propuestas de unos más que de otros. El referéndum y las reformas planteadas son un ejemplo de ello, aunque grupos de izquierda no ven y escuchan poco.

4. Se requiere romper el cerco que le ha impuesto la derecha, una izquierda que apueste, en serio, a conformar un Gobierno en el país. No solo a contar con parlamentarios sin garantizar exitosos gobiernos regionales. Que sea democrática e inclusiva, que en una segunda vuelta logre converger con los sectores del centro político, dejando la oposición a las derechas. De ancha base debe ser el Gobierno del bicentenario.

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