Tiempo atrás escuché a una excandidata presidencial decir que la propuesta de convocar a una Asamblea Constituyente (AC) solo podía tener un horizonte de largo aliento y un camino lleno de dificultades a superar. Estoy de acuerdo. A la fuerza solo la podrían convocar después de un golpe de Estado, sea militar o cívico-militar, desconociendo la actual. Es muy dudoso que se consiga después de la victoria de un referéndum, como algunos quieren.
Los conocedores de estos temas señalan que un gobierno elegido abrumadoramente, con mayoría absoluta en el Congreso, podría encontrar un camino político-legal para la convocatoria de la AC. También, cuando hay una crisis no solo del gobierno sino del propio régimen político que se resquebraja por las exigencias de las protestas sociales. A estas situaciones se les denomina “momento constituyente”, requisito para la convocatoria consensuada de la AC. La actual situación de Chile está cerca.
El camino parlamentario para las reformas de la actual Constitución pudiera también hacer cambios, por ejemplo, del famoso capítulo económico de acuerdo a la propia definición de la “economía social de mercado” (ESM). Así, en Wikipedia se lee que esta es “una política económica de mercado y al mismo tiempo una política social que regula a la primera”. Pero debiera mantenerse lo positivo, como la prohibición del BCR de prestar dinero al gobierno, causa de la antigua hiperinflación.
Como se sabe, la ESM fue diseñada por la Democracia Cristiana en la Alemania Federal después de la Segunda Guerra Mundial. También la hizo suya la Social Democracia como una tercera vía entre una economía libre de mercado y la economía socialista (control del mercado), lo que facilitó su reconstrucción y potente desarrollo.