Transparencia felicitó el trabajo realizado por la Comisión de Alto Nivel de Reforma Política y señaló que sus propuestas permitirán "mejorar la calidad de la democracia y de la representación politica". (Foto: GEC)
Transparencia felicitó el trabajo realizado por la Comisión de Alto Nivel de Reforma Política y señaló que sus propuestas permitirán "mejorar la calidad de la democracia y de la representación politica". (Foto: GEC)

La comisión liderada por Fernando Tuesta ya entregó al Ejecutivo su propuesta para la reforma política. Precisa, audaz, compleja, integral, y radical, busca salvar a la política y los políticos del mayoritario rechazo ciudadano. Y a nuestra débil democracia. Como sabemos, el indignante avance de la corrupción tiene mucho que ver con el vergonzoso escenario que hasta ahora nos muestra la política.

Después de una evaluación por el Ejecutivo, este lo remitirá al Congreso, considerándola como un insumo para su discusión y revisión. El congresista Salaverry, presidente del Congreso, ha declarado que presentará otra. La discusión que se viene será bastante prolongada y de mucha trascendencia, ya que las nuevas normas regirían en las elecciones de 2021.

Resalto el tema de dos cambios propuestos para la inscripción de nuevos partidos políticos.

1°) No se requerirá recojo de firmas (ahora, 733 mil firma válidas) ni la conformación de comités partidarios, requisitos que se superaban con esfuerzo, dinero y mañosería. En cambio, se exigiría el 0.075% de los votantes del último sufragio (ahora, 12 mil) como militantes en un registro público con sus DNI, etc. Sin lugar a duda, el número aumentará, pero los requisitos para mantener su inscripción serán mayores. Algo parecido a la evaluación “por resultados”, o el éxito basado en la competencia real.

2°) La fusión de organizaciones políticas regionales, en más de la mitad de las regiones, podrían conformar un nuevo partido político nacional. Reforma que será recibida con aplausos por los políticos del interior del país. De quienes, ‘independientes’, luchan contra el centralismo, y también de los militantes de partidos nacionales, críticos del accionar de las cúpulas limeñas.