(Foto: GEC)
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El PBI es un indicador que mide cuánto se produce en un país en un periodo de tiempo. Es un número que mide el valor monetario de todos los bienes y servicios producidos. Su cálculo sigue una metodología que incluye algunas actividades y excluye otras. Por ejemplo, solo incluye bienes y servicios transados en los mercados y lo producido en el país, sin importar la nacionalidad de quien lo produzca. Esto significa que la producción de una firma extranjera en el país eleva el PBI del Perú.

Si el PBI aumenta, se llama crecimiento económico. Por ejemplo, en el periodo enero–agosto, el PBI creció 2.1%, lo que significa que respecto al igual periodo del año 2018, la producción aumentó en 2.1%. Crecer es producir más. Por el contrario, si el PBI cae como ocurre en Venezuela, se denomina recesión.

¿Para qué sirve que crezca el PBI? Sirve porque se puede conectar con mejoras en el bienestar. Hay dos canales que relacionan al PBI con la calidad de vida. Primero, un aumento del PBI eleva la recaudación tributaria del Gobierno. Las empresas producen para vender y al hacerlo pagan impuestos. El crecimiento, a través de la recaudación tributaria, eleva la capacidad de gasto del Gobierno. Lo que debería suceder es que este gaste bien el dinero en educación, salud, infraestructura y seguridad ciudadana. Solo así se reflejaría en mayor calidad de vida.

Segundo, producir más puede llevar a más empleo. Ello depende de dos factores: por un lado, qué tan intensivo en tecnología sea el sector, pues esta reduce costos y hace que las empresas necesiten menos trabajadores. Es clave aquí la educación técnica. Por otro, que existan trabajadores preparados en actividades demandadas por las empresas. ¿Se cumplen ambos canales en el Perú?

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