La selección peruana deberá realizar un largo viaje que supera las 15 horas hasta Nueva Zelanda. (Getty Images)
La selección peruana deberá realizar un largo viaje que supera las 15 horas hasta Nueva Zelanda. (Getty Images)

Hace algunos meses, muy pocos creían en la selección peruana de fútbol. Las expectativas de un eventual repechaje eran casi nulas. Sin embargo, comenzó a mostrar resultados concretos con triunfos ante Paraguay, Bolivia y Ecuador. Expectativas iniciales bajas y quinto puesto final, mucho más alto que el que creíamos y todos contentos y entusiastas. Se esperaba poco y se recibió bastante.

Vamos a la economía. Agosto de 2016. PPK asume el poder. Expectativas muy altas al comienzo sintetizadas en la expresión “presidente de lujo”. La mayoría pensaba, como si la economía fuera magia o un acto de fe, que su sola presencia mejoraría todo en poco tiempo. Sin embargo, en la medida que no se observaban resultados concretos (como en el fútbol) que se relacionen de manera directa con el bienestar de la población (seguridad ciudadana, medicamentos en los hospitales, etc.), las expectativas siguieron cayendo. Se esperaba mucho y se recibió poco.

El mensaje es claro: las expectativas son un determinante de lo que puede ocurrir, pero, para pasarlas de negativas a positivas, es clave mostrar resultados. Para que volvamos a creer, las cosas tienen que funcionar.
En un ambiente de expectativas favorables, las personas consumen e invierten más y la economía acelera su movimiento.

La mejora de la economía mundial puede ser el inicio del partido, algo así como el impulso inicial. Nos pone en el repechaje. Hay que aprovecharlo, pues nadie sabe si es momentáneo o un poco más sostenido. El Perú está exportando más y no solo minería.

Ahora es el momento de convertir esa realidad en un punto de quiebre para el gobierno. Más inversión pública y privada son las llaves. Ojalá ganemos los dos repechajes, tanto en el fútbol como en la economía. Jugar y ganar en las dos canchas es la tarea.