Economistas dijeron que devaluación busca apuntalar la competitividad de la segunda mayor economía mundial. (AFP)
Economistas dijeron que devaluación busca apuntalar la competitividad de la segunda mayor economía mundial. (AFP)

La economía mundial está creciendo. El promedio anual de expansión entre 2008 y 2017 fue 3.3%; para 2018 se espera 3.8% y en 2017 fue 3.7%. Esto le conviene al Perú, pues una de sus manifestaciones es el aumento del precio del cobre. Sin embargo, ¿es sostenible el crecimiento? No lo sé, pues preocupa el aumento de la deuda externa global. En 2007 representó 207% del PBI, mientras que en 2017 llegó a 250%. No es sano un crecimiento cuya principal fuente de financiamiento es deuda.

Antes de que estallara la burbuja inmobiliaria en EE.UU. y en países europeos, el crecimiento de la deuda también fue explosivo y terminó en la primera crisis financiera global del siglo XXI en 2008. Luego, parece que la economía mundial se endeudó para solucionar un problema de deuda. De alguna manera, el mundo no aprendió la lección.

La historia financiera mundial está repleta de crisis que han seguido el mismo patrón. Crecimiento económico, ola de optimismo, deuda para especular en activos (viviendas, acciones, metales, etc.), creación de burbujas especulativas y estallido de una crisis. En los primeros años posteriores al colapso aparentemente se aprende la lección, pero pronto el ciclo se repite. El problema es que, en caso de que eso ocurriera ahora, los países no tienen los mismos mecanismos de defensa que tenían en 2008.

Nadie puede proyectar con precisión la posibilidad de una nueva crisis financiera. Sin embargo, algunos elementos comienzan a aparecer. La receta es sencilla de mencionar, pero difícil de poner en marcha: bajar los niveles de deuda. Y para aquellos que tienen una deuda manejable, sostenerla. La deuda pública y privada de un país no debería superar el 30% del PBI. China y las economías avanzadas están largamente por encima.

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