Al igual que la evaluación del estado de salud de una persona se hace a partir de indicadores y no solo uno, el análisis de una economía también requiere varios para tener un buen diagnóstico. El crecimiento económico, medido por los aumentos en el Producto Bruto Interno (PBI), es solo uno y, por ende, no es suficiente. ¿Debe crecerse como sea o crecer bien? Al decir bien me refiero a que tenga la necesaria conexión con el bienestar de la población y no con el fin de estar en un ranking.

La inflación, las exportaciones, la evolución de la inversión y un largo etcétera conforman el resto de variables a considerar. Como un paciente en un hospital. Ningún médico toma una decisión sobre la base de un análisis. Dos aspectos más son importantes: aprender a ver los efectos de corto y largo plazo y el hecho de que toda medida tiene un costo.

Además, la economía no funciona en un vacío, sino en una realidad, con determinadas características institucionales, sociales, culturales, políticas, entre otras. Si no conocemos, aunque sea algo, ese entorno, tampoco podremos comprender lo que pasa con una economía. Por eso muchas recomendaciones son fáciles de sugerir; lo difícil es pensar cómo las implementamos en determinada realidad.

¿Cómo comprender la evolución actual de la economía sin considerar la guerra comercial entre EE.UU. y China? ¿Cómo no agregar el contexto político para comprender por qué la inversión no despega? ¿No será que lo que hay que mejorar no está en los indicadores macroeconómicos, sino en el entorno? Y en eso, en el aspecto político, ¿no somos todos responsables? ¿Respetamos las reglas más elementales de la convivencia en sociedad? A veces olvidamos que la economía es una ciencia social.

TAGS RELACIONADOS