Economistas dijeron que devaluación busca apuntalar la competitividad de la segunda mayor economía mundial. (AFP)
Economistas dijeron que devaluación busca apuntalar la competitividad de la segunda mayor economía mundial. (AFP)

La teoría económica se encuentra en crisis. Dos ejemplos lo ilustran. En primer lugar, desde 2008, año en que estalló la crisis financiera internacional, las tasas de interés están en cero, pero la inversión no se reactiva. En segundo lugar, a pesar de la enorme cantidad de liquidez en la economía mundial, los precios no suben, sino que, por el contrario, tanto en Europa como en Japón y los Estados Unidos, están al borde de la deflación (caída de precios). Ambos hechos son contrarios a lo que nos enseñan los libros de texto.

Al no aumentar la inversión, las economías no producen más. Cuando en 1929 comenzó la Gran Depresión y nadie daba respuestas, el resultado fue el nacimiento de la macroeconomía tal como la conocemos ahora; de acuerdo con Keynes, había que estimular la demanda a través del mayor gasto público para reactivar las economías. La siguiente crisis comparable en cuanto a efectos fue la de 2008. ¿Será que nacerá una nueva manera de explicar el comportamiento de la economía? Las economías elevaron el gasto público, siguiendo el ejemplo de los años treinta, pero, a pesar de ello, el crecimiento ha sido lento desde 2011. Y Perú ha seguido la misma trayectoria.

Sin una mejora sostenida de la economía mundial, es muy difícil reactivar la economía peruana, dado que esta solo representa el 0.34% de la producción mundial. Necesitamos que las locomotoras del tren se muevan. Sin embargo, y a pesar de que todos creen tener la receta, la realidad es que nada está claro. Falta humildad en reconocerlo.

Y mientras no haya respuestas ante lo descrito, más allá de hipos de crecimiento jalados por las exportaciones, como ocurre ahora en Perú, es difícil pensar en una recuperación económica que se sostenga en el tiempo. La incertidumbre de no saber qué hacer está más allá de los gobernantes y ministros. Más que protestar, hay que proponer.

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