Roque Benavides: "Enfrentamiento puede destruir lo construido".  (César Campos/Perú21)
Roque Benavides: "Enfrentamiento puede destruir lo construido". (César Campos/Perú21)

Hace unos días se supo que la Confiep recibió dinero de Odebrecht para difundir una campaña de promoción de la empresa privada en medio de las elecciones de 2011. Hablando sin eufemismos, era una campaña contra el entonces candidato Humala y, por lo tanto, a favor de la candidata alternativa, Keiko Fujimori. Se invirtieron en total 2 millones de dólares en spots que planteaban ir hacia delante, se entendía que con Fujimori, o ir hacia atrás con el peligroso chavista Humala. El objetivo final de esta campaña, hablando claro, era persuadir a los electores y detener el avance electoral de Humala.

Una de las características de las elecciones es que todos los votos cuentan como uno, y aunque uno no forma su opinión en el vacío y puede persuadir a familiares o amigos, ese impacto es infinitesimal con relación al resultado final. Es decir, el voto de Roque Benavides vale lo mismo que el de cualquier otro ciudadano. Sin embargo, Benavides intenta que su opinión, y la de los suyos, tenga un impacto más amplio con el poder que le da los millones que puede recolectar para publicidad.

Este poder se basa en la idea de que la publicidad es una aguja hipodérmica que va a inocular un cambio de opinión. Esta premisa, lamentablemente para Roque, es falsa. El mundo de la persuasión es más complejo que lanzar spots en la tele. Como resultado de todo esto tenemos al empresario más importante del país haciendo una pésima inversión.

El colofón de esta historia es que luego Humala no fue el cuco que creían los empresarios, se alineó rápidamente a las inversiones para congraciarse con el mundo corporativo. El poder, a través del dinero, puede torcer las creencias de presidentes, pero no de ciudadanos. Avísenles que se vienen las elecciones de este año.