En el videoclip aparecen Doña Peta, madre de Paolo Guerrero, al lado de las progenitoras de Chrisian Cueva, Miguel Araujo y Renato Tapia. (YouTube)
En el videoclip aparecen Doña Peta, madre de Paolo Guerrero, al lado de las progenitoras de Chrisian Cueva, Miguel Araujo y Renato Tapia. (YouTube)

La fiebre de nuestra clasificación al Mundial ha tenido unas protagonistas inesperadas: las mamás de nuestros próximos mundialistas. Estas mujeres ahora aparecen en programas de televisión y en spots comerciales. Son justamente reconocidas.

Sin embargo, estas madres no la han tenido fácil en la vida. Muchas veces en contexto adverso, donde la figura paterna podía estar ausente y donde las carencias económicas marcaban el día a día, estas mujeres tuvieron que ser padre y madre de sus ahora famosos hijos. Además de este rol doble, muchas de ellas eran las proveedoras del hogar. Uno puede imaginarse la rutina sin descanso de estas mujeres sacrificadas, trabajando y acompañando a sus hijos a entrenamientos.

La disciplina es un valor que siempre resaltan estas madres, aunque, hay que decirlo, a veces acompañada de correas y chancletas. Cuántos casos hemos padecido mirando a jugadores con todas las condiciones y el talento para destacar en la cancha, pero que terminaban sus carreras por las constantes indisciplinas, marcadas por la juerga y el alcohol. El fútbol es un deporte en el que los futbolistas que quieren destacar tienen que postergar la diversión en plena juventud. Estas madres mundialistas han sabido transmitir esa disciplina necesaria para que este grupo de chicos privilegie su carrera y sepan actuar correctamente tanto dentro como fuera del campo.

A diferencia de esas madres de catálogo de tienda por departamento, que a veces parecen sacadas de países escandinavos y que trabajan y cuidan de sus casas sin que se les mueva el peinado de salón, estas madres son figuras más cercanas. Son las madres que el Perú necesita ver, resaltando sus virtudes, que tienen muchas, y conversando sobre sus imperfecciones. En suma, son madres reales que han irrumpido en nuestras pantallas, y no madres idealizadas que invaden nuestros hogares.