Susana Villarán
Susana Villarán

Con las declaraciones de Valdemir Garreta, Susana Villarán ha quedado implicada, ya sea por acción o inacción, con el millonario financiamiento de Odebrecht a la campaña por el No a la revocatoria.

La Fiscalía ha pedido levantar el secreto bancario de Villarán, quien ya tiene impedimento de salida del país. Es probable que los pasos de la justicia se agilicen y que no haya una forma en que Villarán o sus aliados (¿quedan?) puedan detener esta marea judicial que se les avecina. El camino que recorrerá podría parecerse mucho al que transitó Humala y Heredia en su momento.

Esta imposibilidad de defenderse habla de un aislamiento político. Tanto Humala como Villarán no tienen socios políticos ni en el Congreso ni en el Poder Judicial, y escasean los activistas en la calle. Si para defenderse judicialmente en el Perú se necesita lamentablemente establecer pactos legales o ilegales, para gobernar también. La soledad actual de Humala o Villarán son un indicador de su pobre capacidad de hacer política y quizá sea un indicador de cómo sería un gobierno de izquierda: aislado políticamente y gobernando con una camarilla de allegados.

En el otro extremo, el presidente Kuczynski, Alan García y Keiko Fujimori también tienen mucho que explicar. Sin embargo, en sus casos la justicia avanza y retrocede. Estos personajes tienen escuderos partidarios y extrapartidarios. Existen analistas que hablan de un pacto implícito de impunidad, es decir, una estrategia de callarse para que ninguno salga implicado. Aquí se establecen pactos, sí, pero se usan para minar la justicia y, con ello, hundirnos más en el lodo de la corrupción.

Es decir, unos no establecieron pactos por torpeza política y ahora les cae, merecidamente o no, la justicia sin posibilidad meridiana de defensa. Otros se apandillan, pero para la impunidad. La próxima elección presidencial quizá sea entre ingenuos aislados o entre lobos apandillados.