Madre de Eyvi Ágreda señala que su hija le comentó que la acosaban. (Facebook Eyvi Ágreda)
Madre de Eyvi Ágreda señala que su hija le comentó que la acosaban. (Facebook Eyvi Ágreda)

La tragedia del intento de feminicidio contra Eyvi Ágreda tiene a la agraviada y al agresor como actores principales, pero a su alrededor hay una serie de actores secundarios, que han jugado diferentes roles.

En primer lugar, la familia del agresor no ha aparecido en pantalla, pero uno se pregunta qué hicieron. ¿Dónde están los padres, hermanos o familiares cercanos que no intuyeron los niveles de agresividad a los que podía llegar Hualpa? Uno se pregunta por el tipo de socialización que hubo en la casa del agresor cuando este era niño y se cuestiona por el tipo de educación que están recibiendo los niños varones en casa. La responsabilidad es, sin duda, fundamentalmente del agresor, pero por cada persona con estos rasgos de personalidad, hay una familia atrás (o quizá no) que perpetúa estas conductas.

La Asociación Psiquiátrica Peruana ha desmentido la falsa relación entre violencia y trastornos mentales, pero, para el común de las personas, esta asociación puede haberse reafirmado con estos hechos. El estereotipo del perturbado agresivo puede haberse arraigado, con la consiguiente estigmatización de aquellos que verdaderamente padecen un trastorno mental y que por este estigma prefieren ocultarlo. Los enfermos mentales terminan siendo afectados colaterales de la tragedia.

No todo es negativo. Estas desgracias también pueden mostrar lo mejor de los seres humanos. Es encomiable la actitud de una pasajera que iba al costado de la joven agredida. En lugar de huir al fuego, la señora abraza a Eyvi Ágreda para intentar apagar el fuego. Como resultado de su acción, quedó con quemaduras en los brazos. Estos héroes anónimos brindan algo de esperanza en un contexto donde las agresiones contra las mujeres son ya una epidemia.

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