Los israelíes tienen razones para celebrar, pero con cautela, porque Netanyahu seguirá intentando conseguir impunidad, y si la sociedad se descuida, señala el columnista. (Photo by AHMAD GHARABLI / AFP)
Los israelíes tienen razones para celebrar, pero con cautela, porque Netanyahu seguirá intentando conseguir impunidad, y si la sociedad se descuida, señala el columnista. (Photo by AHMAD GHARABLI / AFP)

La semana pasada, en el artículo “Israel protesta”, explicábamos que la decisión del gobierno de coalición nacionalista-religiosa de Netanyahu de votar por una reforma judicial con una mayoría de cuatro escaños de la mitad del Parlamento debilitaba al sistema judicial, en especial a la Corte Suprema de Justicia, principal obstáculo a decisiones de gobierno que puedan atentar contra los derechos humanos, sobre todo de minorías.

A pesar de multitudinarias protestas durante semanas, Netanyahu no quiso ceder ni a la presión de la calle ni al pedido del presidente de Israel (puesto protocolar que representa al país y la unidad nacional) ni mucho menos a la oposición parlamentaria para crear una comisión seria, con miembros de diversos sectores del país, para buscar consensos en una reforma tan trascendental para una democracia.

Netanyahu tuvo que ceder a la presión de la mayoría de los israelíes que se declararon en desobediencia civil, incluyendo muchos militares y miembros de servicios de inteligencia que se negaron a servir hasta que el primer ministro cediera en su pretensión de que él y sus aliados tuviesen un poder de neutralizar poderes de la Corte Suprema. (En su caso personal sí pasó una ley que le da inmunidad mientras gobierna, mientras es investigado por tres casos de corrupción).

Los israelíes tienen razones para celebrar, pero con cautela, porque Netanyahu seguirá intentando conseguir impunidad, y si la sociedad se descuida. Aun así, es tranquilizador que su exministro de Defensa, Yoav Gallant, lo desafiara y esto puede ser un punto de partida para que su propio partido Likud se fragmente en cuanto a debilitar la democracia de una nación que ha logrado un equilibro difícil para ser un Estado de mayoría judía y democrático.

Este es un temporal triunfo para la democracia en un mundo donde el autoritarismo se expande como una pandemia.