En caso de que el “Sí” sea derrotado en el referéndum, siempre está la opción de hacer muchas reformas a la Constitución de 2005, señala el columnista.
En caso de que el “Sí” sea derrotado en el referéndum, siempre está la opción de hacer muchas reformas a la Constitución de 2005, señala el columnista.

El propósito de los partidos de la coalición de Boric, que llegaron al poder hace pocos meses, es el de ganar o ganar el referéndum por la nueva Constitución, y no porque esto sea un deseo, sino porque ya han anunciado que, de fracasar el voto mayoritario al “Sí” en la jornada electoral de hoy, propondrán otro proyecto de Constitución al país.

Tomemos en cuenta que si bien la Constitución actual de Chile fue promulgada durante la dictadura de Pinochet, no es exactamente igual a la de ese período, puesto que en 2005 el presidente del gobierno centro-izquierdista Ricardo Lagos firmó un nuevo texto legal, del cual dijo: “Tenemos hoy, por fin, una Constitución democrática” luego de que las dos cámaras del Congreso modificaran 58 leyes de la de 1980. De hecho, a partir de 2005, muchos políticos hablan de la Constitución de Lagos y no de Pinochet. Este precedente muestra cómo, en caso de que el “Sí” sea derrotado en el referéndum, siempre está la opción de hacer muchas reformas a la Constitución de 2005 y no es necesario volver a remover a toda una sociedad en una larga discusión para refundar el país.

He aquí la esencia de una Asamblea Constituyente y es la de una obsesión, muy latinoamericana, de refundar una nación en lugar de hacer reformas. Entonces, impera el mito de que todo lo anterior fue malo y ahora comienza, gracias a unas palabras escritas, un cambio radical de sistema casi inmediato y eso crea expectativas que luego, generalmente, conducen a mucha frustración (véase Venezuela, Bolivia, etc.).

Conviene respetar el resultado del referéndum y, si es necesario hacer reformas, no fundir a un país refundando.