La trayectoria de Bolsonaro en el Congreso ganó notoriedad por sus polémicas posiciones. (Foto: EFE)
La trayectoria de Bolsonaro en el Congreso ganó notoriedad por sus polémicas posiciones. (Foto: EFE)

El problema en Brasil es que la opción menos mala, en las elecciones de hoy, sería la milagrosa victoria del populismo de izquierda de Fernando Haddad, candidato del Partido de los Trabajadores (PT), que será manejado por Lula desde la prisión, o ya indultado por este. Pero todo parece indicar que se impondrá el peor escenario: el fascismo populista del candidato del Partido Social Liberal (PSL) Jair Bolsonaro, el ex militar delirante y ultranacionalista que no disimula su simpatía por la época de la dictadura (1964-1985).

El problema de Brasil es que los candidatos a la vicepresidencia del PT y del PSL también dejan a los votantes ante los extremos del espectro político: quien elija a Haddad se queda con la ex candidata presidencial del Partido Comunista Manuela D’Ávila, invitada a unirse a la fórmula presidencial del lulismo, mientras que los seguidores de Bolsonaro reforzarán el militarismo puesto que tendrán de vicepresidente al general retirado Hamilton Mourao, quien estando aún en funciones en el Ejército –mientras se decidía el destino político de la ex presidenta Dilma Rousseff–, expresó que, de no concretarse el impeachment, haría falta una intervención militar.

De ganar Bolsonaro, podría haber un escenario de autogolpe, como en el Perú de Fujimori o la Venezuela de Chávez y Maduro (¡es importante insistir en que los autoritarismos y las dictaduras son ideológicamente “ambidiestros”!), pues el candidato podría aprovechar su popularidad para disolver instituciones corruptas de Brasil. Empero, si gana Haddad, esa institucionalidad también podría seguir deteriorándose por la corrupción.

Pase lo que pase, Brasil está en graves problemas, pero el mal menor parece ser no votar por el militar que ha dicho que “el error de la dictadura fue torturar, pero no matar”.