Jeffrey Epstein murió por suicidio mientras esperaba su juicio por cargos de tráfico sexual. Fue hallado colgado de su celda en la cárcel federal Metrpolitan Correctional Center en Manhattan. (Foto: AFP)
Jeffrey Epstein murió por suicidio mientras esperaba su juicio por cargos de tráfico sexual. Fue hallado colgado de su celda en la cárcel federal Metrpolitan Correctional Center en Manhattan. (Foto: AFP)

Jeffrey Epstein fue un multimillonario neoyorquino acusado de manejar una red de tráfico de niñas para luego explotarlas sexualmente. Por eso el 6 de julio un fiscal lo envió a un centro penitenciario de alta seguridad en Manhattan. El 25 de julio el cuerpo del financista fue encontrado colgado.

El suicidio, o el posible hecho de que ‘suicidaran’ a este inversionista, ha provocado una serie de teorías conspirativas pues Epstein era amigo de Donald Trump, Bill Clinton, el príncipe Andrés de Inglaterra y muchos empresarios y políticos vinculados a sus negocios o invitados a sus fiestas orgiásticas en su mansión de Palm Beach. En 2008, un tribunal lo había acusado por abuso sexual de varias adolescentes, pero Epstein logró un acuerdo para cumplir 13 meses de cárcel, aceptando su mal comportamiento. Sin embargo, nunca reconoció manejar una red de prostitución infantil.

Una década después, la reportera de investigación Julie K. Brown y su colega Emily Michot recibieron el apoyo logístico de los editores del diario The Miami Herald para hacer una exhaustiva investigación sobre los negocios y crímenes de Epstein. Así cayó alguien que se creía intocable. Con más de 2 mil documentos, incluyendo la entrevista a decenas de adolescentes víctimas de Epstein y el acceso al acuerdo confidencial que liberó al millonario en 2008, las periodistas lograron que el caso se reabriera y que también se incluyeran nuevos crímenes.

En tiempos en que los medios intentan que fiscales reaccionen a los negocios irregulares y mentiras de Trump, el ‘Epsteingate’ es un recordatorio de que aún el periodismo puede hacer temblar a los poderosos, tal como lo hizo The Boston Globe al denunciar el encubrimiento de la Iglesia a sacerdotes pedófilos y The Washington Post en el caso Watergate.

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