(EFE)
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En los últimos meses hemos sido testigos en varios países sudamericanos de manifestaciones violentas. Ecuador, al intentar eliminar el subsidio a la gasolina, Chile, por subir el pasaje del metro, Colombia, por revueltas contra Duque, Bolivia, tras elecciones fraudulentas. Estas protestas parecen trascender al subsidio o al pasaje. Habría motivaciones más profundas: un descontento contenido y aprovechamiento político, sin descartar el apoyo cubano/venezolano.

La izquierda aprovecha y sostiene el fracaso del modelo económico, Bolivia y Ecuador, con una nueva coyuntura parecen alejarse del chavismo; y en Uruguay ganó Lacalle. En Argentina regresó el kirchnerismo, acusado de corrupción. El mundo mira a Latinoamérica. Pero también hay protestas en Hong Kong, Francia, etc.

¿Es el modelo económico o el Estado no es eficiente al cumplir sus responsabilidades?, ¿se requiere nuevo contrato social? Parece claro que el bienestar no está acorde al crecimiento. El Estado obtiene recursos a través de impuestos y estos derivan de las ganancias que el modelo económico genera, además de empleo, inversión y consumo. Estos recursos deben ser eficientemente invertidos para dotar a la población de calidad en salud, educación, infraestructura y seguridad. Sin ganancias no hay impuestos y el Estado no tendría recursos suficientes. Los países sostienen su economía con inversión privada, principal motor del crecimiento.

Dejando ideologías de lado, las expectativas no satisfechas ante la desigual distribución de los ingresos no se resuelven sin crecimiento económico, se requieren recursos y un Estado eficiente. Esto último no es una falla imputable al modelo aun si este necesita ajustes.

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