Este verano 2022, sí ha sido generoso en las cumbres andinas del sur y ha permitido ya sobrepasar el 75% del llenado de los sistemas de represas del sur, señala el columnista.  (Foto: Andina)
Este verano 2022, sí ha sido generoso en las cumbres andinas del sur y ha permitido ya sobrepasar el 75% del llenado de los sistemas de represas del sur, señala el columnista. (Foto: Andina)

Estamos estos días en la parte media del verano. Como se ha manifestado en reiteradas ocasiones en esta columna, el evento de La Niña ha sido el gran modulador de las condiciones climáticas que hemos y estamos viviendo: un verano con temperaturas claramente más frescas de lo habitual en la costa sur y central, en respuesta esto último a un litoral y océano adyacente singularmente fríos.

La variabilidad de las temperaturas del aire es algo que impacta en la agricultura y en determinados rubros del comercio y la industria. Pero la variabilidad en las lluvias es transversal a muchos sectores; desde el sanitario hasta el agrícola.

Durante los veranos de La Niña, las lluvias en el tercio sur de la sierra suelen ser generosas. Este verano 2022, que muy poca lluvia ha traído por ejemplo sobre la ciudad de Arequipa, sí ha sido generoso en las cumbres andinas del sur y ha permitido ya sobrepasar el 75% del llenado de los sistemas de represas del sur.

El problema está en el centro y es singularmente más agudo aun en el norte. Si los patrones no mejoran, Lima tendrá una incómodamente baja recarga de sus reservorios para atender la demanda de estiaje y el norte más aún. Perspectivas de corto plazo: malas.