Estudios exploratorios conducidos por IMARPE durante el otoño han revelado una reducida biomasa de anchoveta frente a la costa central y norte, señala el columnista. (Andina)
Estudios exploratorios conducidos por IMARPE durante el otoño han revelado una reducida biomasa de anchoveta frente a la costa central y norte, señala el columnista. (Andina)

Como se ha repetido incesantemente en esta columna; el otoño 2023 será, en términos generales en la costa peruana, el más cálido desde 1997. Con una importante diferencia. Ojo: en 1997 las anomalías o diferencias entre las temperaturas del mar frente a la costa no dejaron de subir desde el verano hasta ya ingresado agosto; mientras este año las anomalías del mar frente a la costa han estado estacionarias desde inicios de abril y empiezan a mostrar una tendencia descendente afortunadamente. Parecido a lo observado en 2015 cuando tuvimos un evento El Niño tan fuerte como en 1997 a nivel global; pero que en su versión costera dejó de fortalecerse desde el inicio del invierno; lo que devino en que apenas hubo lluvias de importancia en el norte en el verano de 2016. Contrariamente a lo que se esperaba y no sorprendería que sea el caso en 2024.

Estudios exploratorios conducidos por IMARPE durante el otoño han revelado una reducida – frente a los valores habituales – biomasa de anchoveta frente a la costa central y norte.

En épocas normales, hay dos temporadas de captura de anchoveta en nuestro litoral centro y norte. La primera —la más importante— empieza en otoño y termina en invierno y la segunda empieza en primavera y finaliza al inicio del verano. En un buen año de pesca, entre ambas temporadas se puede capturar unos 5 millones de toneladas del recurso. De ellas, se puede producir casi 1.2 millones de toneladas de harina de pescado y un buen volumen de aceite de pescado. A precios recientes, esta producción significa bastante más de 2,000 millones de dólares que se distribuyen en una amplia cadena de beneficiarios que empiezan en los puertos y que terminan en la SUNAT.

En tiempos de aguas cálidas o muy cálidas, generalmente las cuotas se reducen e inclusive el esfuerzo pesquero resulta insuficiente para capturar la cuota. Estamos terminando ya el mes de mayo y, como vemos en los últimos días, las primeras alteraciones de oleaje estacionales están ya presentándose. Estas tienden a aumentar durante el invierno, por lo que se prefiere pescar desde mayo. Al escribirse estas líneas varios puertos de la costa permanecen cerrados y en los próximos días otro sistema de mal tiempo en el Pacífico sur producirá las mismas consecuencias.

Si no se inicia pronto la temporada de pesca o si no se inicia del todo; el daño a la economía peruana en esta parte del año será relevante. Por lo menos 1,000 millones de dólares se podrían generar en condiciones normales. Como no las hay se va a dejar de percibir si no todo una muy, pero muy importante parte de esta cifra si es que finalmente algo se pesca entre junio y julio. PRODUCE tiene que sopesar lo que esto significa teniendo presente siempre que el recurso es lo más importante.